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- 154 - su fallecimiento. como yá diremos. Fué su observan-Puntualísimo en la asistí:mcia á lqs actos cia. de Comunidad, muy humilde, pobre y obediente. Terminados los estudios se ordenó de sacerdote; y cuando empezó á ejercer el ministerio descubrió tan buenas dotes para el púlpito, <1ue salió excelentísimo predicador. Y como la predicación de aquel que obra primero en sí lo que á los prógimos ha de enseñar, es la que aprovecha á los oyentes, eran muchos los aprovechamientos que nuestro Fray Juan conseguía con eus sermones de los fieles, que lo oian con tanto con– suelo espiritual como si oyeran á un San Pablo. Su predica- Pocos afí.os eJ· erció este apostólico mi-. ción. nisterio, aunque en ellos se mereció los créditos de uno de los más excelentes oradores de aquellos tiempos, porque á los 26 de su edad lo llamó. el Señor para sí, dejando así dentro como fuera de nuestros claustros fama común de San– to, y pronósticos de su eterna felicidad. Fué su dichoso tránsito en el conven– to de Antequera en el año de 1631. Cuando falleció este varón insigne, quisieron los religiosos sepultarlo en lugar distinguido, por lo cual el Padre Guardián mandó que se abriese en la Iglesia una sepultura donde enterrarlo, su muerte. como se ejecuto. Pasados diez y nueve meses, y hallándose de Guardián en An– tequera el V. P. :B'ray Antonio de Jirne– na, Predicador, inspirado tal vez de in-

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