BCCCAP00000000000000000000606

- 148 - G">.:S.-.:S.-S:<.S.·.:S.-~~ te. Y es como si dijera, que para el jus– Estaba preva-to nunca hay muerte repentina, aunque n,ido para mo·n1uera de repente ¡,nrnue la muerte no r1r. , '1 preocupa al justo, antes sí, el justo preo- cupa á la muC'rte, porque de antemano la tiene prevenida, la medita y la expe– ra; y así nunca le coge de repente. Esto lo vemos cumplido en nuestro Fray Blas, porque, aunque su muerte fué repentina, no podemos decir que le cogió de rE>pen– te, por que siempre la tuvo presente, y contínuamente la estaba esperando. Ha– cía lo que aconsejaba S. Antonio Abad; esto es, cada día que amanecía conside– raba que era el último de su vida y que en él había de dar cuenta á Dios; y así vivía preparado, porque ignorando en qué hora había de venir el Sefíor á Ha– mar á las puertas de su vida con el gol– pe de la muerte,· siempre lo estaba espe– rando, porque podía venir en la hora meuos pensada, como en efecto le vino, de la manera que se ha dicho. el día 3 de Junio del afio de 1630, teniendo él de edad 36 afios y diez de Religión. Al verlo caer en tierra, acudió con to– da presteza el Guardián, dió voce'3, vi– nieron los religiosos y se lo encontraron ya cadáver. Sintieron todos mucho muer– te tan subita, pero les quedó el consuelo de conocer que él era un varón justo, y la muerte del justo, sea del modo que Su J:l?Uerte fuéfuere es como lo asegura la Escritura preciosa. ,, Santa, preciosa en el acatamiento del Sefíor. Y á la verdad siendo justo y ami– go de Dios el que muere, nada le hace

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz