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-- 130 - ~.:.s.-.:.s.-.:.s.-.:.s.- &.&..:.S.-&..:.S.-&..:.S.--:S-~ tura vuestra estaba mas olvidadn de Vos, revolcándose como animal inmundo en Las causas de el asqueroso cenagal de todos los vicios, ella. tanto os acord.árteis de él que corripade- c do de su fatal desdicha, lo sacástei5 de tanto pecado, y lo trajisteis á la Religión, donde con lágrimas de contrici:'m ve::da- dera lavase las inmundas manchas de tanto abominable crimen; cuando al mis- mo tiempo quedaban otros muchos en sus culpas sumergidos para ser después en el abismo sepultados? Pero, ¿quién ha de tener atrevimiento para preguntarle esto á Dios, cuando él dice en el capitulo 33 del Exodo, que tendrá misericordia del que quiere, y que será clemente con el que gustare? Gustó Dios de ser cle- mente con Baltasar; quiso tener de él misericordia, y por esto lo sacó de tan- to vicio, cuando él menos lo pensaba, y lo trajo á la Religión, cuandc ménos se lo presumía. Y aunque es cierto que las palabras con que en dicho texto respon- de Dios á nuestra pregunta, son verdad infalible, no obstante podemos presumir que movieron á la infinita misericordia de Dios, para que de este pecador se apia- dase, dos cosas buenas que Baltase.r te- nia en medio de su vida depravada. La primera fué cierta deyoción que profesaba á la soberana Reina d3 los Angeles, María Santísima Nuestra Sefío- su devoción 1,, ra. Es esta gloriosfoima Emperatriz eS;' la Virgen. trella del mar, y como verdadora estrella guió á Baltasar, cuando navegaba en el mar de la culpa, ensefíándole el camino

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