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Perdióse el manuscrito de ella, CAPITULO XXII Vida de Fra!J Pablo del Castillo ele Locubin N el mistur1 año de 162H, y en el mi:-;rno convento de Sevilla, mürió pocos días después de Fray Martín el hermano Fray l'ablo del Castillo de Lo– cnbin, lego de singular virtud. La vida de este varóu ilustre es una de las que perecieron en manos de la revolución, y solo sabemos de él, por apuntes de pape– les antiguos, que era natural del Castillo, de familia muy distinguida y hombre entrado en cda<"1, cuando los nuestros fundaron en aquel pueblo. Aficionose al trato de !os refü:iosos, v al ver sus mu– chas virtudes. si encendió en su cor,1zón un vivo dese Ó de imitarlas, deseo que se convirtió bien pronto en vocación de– cidida; y dando un eterno aclios al mun– do y a sus vanidades, ingresó en el no– vicifü1o, siendo el primer capuchino que hubo de dicho pueblo. Después de pro– feso salió del noviciado para la funda– ción del convento de Sevilla, donde fué un modelo de religiosidad seráfica. Se Noticin.s que propuso con licellcia de los prelados ayu– <le él quedan. nur las cuares:nas de nuestro Padre Snn Francisco, l,J cual equivale á estar ayu– nando todo el afio y toda la vida. A imitación del seráfico Patriarca em-

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