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- 125 - t,:"'5:'-S:--S:--s:-.:..9.--s:--s:-s:<s:•.:.:::, ~> Iiente, despreciando las fan:asmas del enemigo infernal. Otras veces sentía CO· Sus fantas– mo si un águila negra, espantosa y:,,:~ Y visio– grande, revoleteasE- sobre eu cabeza, dár.dole golpes con las alas; pero él siem- pre firme con ánimo generoso menospre- ciaba aquel asombn, que en otro pecho menos firme podía )Casionar horror de- masiado. Cuando era tenáz en la prose- cusión de esta inquietud, y no de- sistía de ella, ni por la sefí.ti ~ de la cruz que formaba, ni po::- el dulce nombre de Jesús que profería. se levm:taba Fray Martín de la oracién, no para dejarla, sí para proseguirla acompafinda de do- lores, y dándose una cruelísi□a discipli- na, eran sus golpE-s de asombro tanto para el enemigo, que como si los sintiese en sí, huía precipit~do y lo dejaba libre, perseverando en su oración. Una noche estando en oración en la capilla mayor de r.uestro Convento de Granada, que fué la más común palestra de estas batallas, sufrió unE lucha ho– rrible, parecida á lE.s que se cuentan de San Antonio Abad. Fué tanta la indig• nación de Fr. Martin, al sentirse acome– tido del doméstico enemigc, de cuyos insultos no está exenta ni la ancianidad más antigua, ni el sayal más austero, ni el claustro más religioso, ni el yermo m~s solitario, ni la virtud més sublime, que levantándose '1,- empuf'í."ndo co1no Otras luchas .; "' · y batall,;s. campeón valiente ·.mas disciplinas for- madas de correas, asidas á i::na cadena que era el iustrumento que en tales oca'.

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