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- 121 - ~~.:S:-&.'5:'-S:-.:S:--S:-.:S:-.:S:-.:S:-.:.S..:.....9 tos é impor::tmos. Más no por esto nin- guno oyó de su boca palabra áspera ó Su trato con deshbrida, antes sí, muchas dulzuras y los seglares. suavidades, tratando con mayor carifío y religiosa cortesanía á los que eran, ó por frecuentes, más cansados, ó por in- di;icretos, más importunos, con cuya dul- zura de pelabras y eficaz ejemplo de obras, fué causa de que muchos, dando de mano á las vanidades del siglo, se acogieron al puerto seguro de la Reli- gión; y así en su tiempo tomaron nuestro Santo hábito muchos más que en mu- chos años é.espués. Tenía siempre en la manga el utilísi– mo libro del V. Tomás de Kempis, inti– tul&do Oon:emptus r.-iundi, y en viniendo seglares á la portería, los recibía con agrado, dábales asiento competente, y como habfr:.n de hablar de cosas imper– tbentes, les pedía c:::m humildad que lo leyesen un punto de aquel lib:'ito. Leían– lo con gusto los seglares, por que con agrado se lo pedía; y de aquello mismo que leían bmaba motivo, que le servía como tema, para predicarles en tono de conversación y lo hacía con fervor tan– to y eficacia tan milagrosa, que los que habían venido sólo por. curiosidad de ver el Co1nento, yc]vían enc,,ndidos en el fuego de la devoción y <:eseosos de abandonar los dekjtcs del nrnm.lo y ha Los estimula cer peniter.cia de su:,; pecacks. A ;;tros, ª 1 bien. que por el natural empacho éi pur otros distintos respetos no se atrevían á de- clararles les interiores impulsos con que 16

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