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- 120 - verano. Hallóse siempre contentísimo en este ejercicio, aunque tan penoso, L d no sólo por haberlo empleado en él la ho~t~'f!~~- 0 ()bediencia, sino también por que cono– cía la excelencia de la agricultura. Esta es tan antigua, que empezó con el hom– bre y con el mundo. Su dignidad es tan– ta, que fué instituida por el mismo Dios, y como riquísima alhaja se la dió á Adán, cuando estaba en el estado felicí– simo de la gracia, pues, como dice el tex– to, habi0ndo Dios criado al hombre lo puso en el paraíso, para que, trabajando en él, ejercitase la agricultura, como de hecho lo hizo el tiempo que estuvo en él. Y así nuestro Fray Martín vivió con– tentísimo con el ejercicio de la agricul– tura, cultivando su huerta, y esto á costa de muchos de.sus sudores, con los cuales al mismo tiempo cultivaba las más sa– gradas virtudes. Era tan universal en todo este siervo de Dios, que no se estan– caba su habilidad en la ocupación de un sólo ejercicio, á todos se extendía y todos con perfección los ejercitaba. Sacáronlo los Prelados de la ocupa– ción de hortelano, y le mandaron ejerci– tar el empleo de portero, en el cual se portó con la perfección que en el otro se había empleado, y así <lió en él efica– císimos ejemplos de virtudes. Era suma– mente agradable, suave y carifioso con los~seglares u,Y por ser entonces l(fre- L h cuencia destos mucha, porque en tropas port~ro. acen venían á ver á los Religiosos, admirados de su austeridad, solían ser muy moles-

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