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-10- .:.S:-.:.S:-.:.S:-.:.S:-.:.S:-&.:.S:-.:.S:-.:.S:-.:.S:-~.:.S:-.:.S:-.:.S:- tra Señora de la Cabeza. Ya se dijo en Le piden que el Capítulo XXXII del libro primero, tr,,,slade el página 204 que D. Bernardo de Vera conv e n to á L. ' , otro sitio. Obispo de Troya, hallándose con ha- cienda competente, quiso emplearla en el' servicio de Dios, para lo cual intentó labrar un (lonvento de religiosas de Santa Clara en unas casas, que él tenía inmediatas á nuestro Convento, lo cual visto por los nuestros, se resolvieron á mudar de sitio. Este sitio para la nueva fundación fué revelado al Cardenal Obispo de Jaén, según afirma el P. Alonso de Andrade, J esuíta, en la vida que escribió del se– ñor Cardenal Moscoso, parte 1."' Capítu– lo VIII. del cual dice así: «Había cerca de los ~uroe, á la parte del Poniente, un sitio ameno, con un bosque peque– ño, y unas cuevas cavadas en peñas á modo de grutas, vecinas á una ermita de Nuestra Señora de la Cabeza; y con pretesto de visitar su Imagen, era gran– de la afluencia del pueblo que concu– rría á aquel lugar; y más la relajación que la devoción; y más los pecados que los servicios de Dios. Habíanse tomado varios medios para atajar este daño, y todos sin fruto. Dolíale grandemente al celoso Prelado el daño de sus ovejas, y habiendo hecho fervorosa oración so– bre ello, recibió luz del cielo, que le enseñó el remedio. Y fué fundar en Itovol « e i 6 11 aquel lugar el Com·ento á los santos n. e e• re n del mismo. Religiosos Capuchinos, y cercar todo el bosque para huerta, y darles la ermita

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