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- 115 - c;;--:zs.-:s.,s:<S:<.S:-'--0.'--S':@.& ZS.ZS. ~:~.3 dadores; y el prudente Prelado entre todos escogió á nuestro .Fr. ]\fortín, pu• diendo por esto llamárso!e esJogido en– tre millares; pues entre muctos y muy santos religiosos, que tenía entonces aquella santa Provincia, él e:nt1·e todos fué escogido. Claro está que un Prelado Lo envianá .. d d t f ' J o Madrid. tan avisa o y pru en e como · ue e J' a- dre Fray Serafín, no se había de mover á esta elección, sino por ter.er experi– mentadas en el siervo de Dics muchas excelentísimas virtudes. Muchos eran los Religiosos virtuosos de ac¿uella Pro– vincia; perc entre tantos virmosos era virtuosísimo Fray Martín, y esto le mo- vió al P. F. Serafín á que entre todos lo escogiera. Llegó, pues, á Madrid ei siervo de Dios, ty desde que llegó fué un espejo de modestia, humildad y circunspección religiosa á cuantos lo veían. Pasmábase Madrid y todos sus cortesar.os se pas– maban al ver en su persona un retrato de la más austera y rígida ?enitencia. Miraban en él un aspecto penitentísimo, un semblante sereno, unos ojos mortifi– cados, un hábito pobre despreciable y vil; lleno todo de remiendos, y tan cor- to que apenas llegaba al tobiLo y dejaba . el. d b . t . , d ) t d d ¡ Su austorida escu 10r os unos p10s e o o esca· enla corte·. zos) y tan Eecos, nerviosos y duros, que más que piés de hombre pareüían raices de árboles. A estas rigideces, que veían en el siervo de Dios, se lleguban otras muchas, que de él habían 02do; porque túnica interior no la trajo jamas; el man•

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