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- 113- G""':-~-S:--S:-.:..S:--S:-~ era como una piedra que de · nuevo ponía para construir en sí el alto edifi– cio de esa virtud. Todos los r&tos, todas las horas, y aun los días todos que el -ejercicio de la limosna le per.::aitía estar en el convento, los gastaba en servirá los demás oficiales; ya en la cocina, ayu- Ayuda "' los d d 1 . • • · ¡demás an o a coemero en su eJerc1c10, ya a . refitolero en el refectorio, ya al hortelano en su huerta, y por último á todos y á cada uno en cuanto sus fuerzas alcanza– ban. A batfase á lo más profundo, sir– viendo á todos sus hermanos; y como cada acto de estos era como una piedra que p@ía en la obra de su santificación, crecía tanto esta obra con la repetición de los actos, que con mucha facilidad se levantaba á lo más alto el edificio de su caridad, de~ándonos en esto un admira- ble ejemplo que seguir, especialmente á aquellos que por fuerza de nuestra Re- gla les compete el precepto del trabajo. 1 e J