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- 80 - .:.s:-.:.s:-.:.s:-.:.s:-~.:.s:-.:.s:-.:.s:-.:.s:-.:.s:-.:.s:-.:.s:-.:.s:- natura:es infamadas en el frego del amor de DioE y del bien de las a_mas hicieron de.é: un verdadero apó3tol, que llamó la ateneión en aquel siglo de tan– tos varones apo1:tólicos. Los pueblos y ciudades entens le se- guían ansiosc:,s de escuchar su palabra. f 0 ~ni:~ 11 is. ª Las iglesias por muy espaciosas que: fue- ran casi sieopre resultaban peqn:iñas para contene:· la inmema aglomeración de fieles que á ellas acudían, h::iciér:._dose necRsario coliocar el púlpito en la p .1erta del templo, é• en la plaza máH capaz de la población. Desde el principio de sus sermones se contemplaba el santo Misionero di– vinamente transfigurado: no parecía hombre, sino .que sen~ejaba u:::i ángel ó mensajero, cispensador de las :)ondades y r::iisericord:ia del Altísimo. Su:o ojoo que jamás osaban mirar sino al suelo. irra– diaban sobre el auditorio luz; viva y pene– trante que hería las almas: sus labio; casi nunca desplegados para trat&.r cc,n las criatura@, se abdan y dejaban oEcapar un volcán de divino amor que incendia- En .él todo ' predicaba. ba los corazJnes más duros y yertos; y sm brazos, recogidos siempre con reli– giosa modestia, se extendían como si quisieran abrazar á todos los peeadores y llevarlos 'll Corazón de J est°s; todo él to::naba tal ,jxpresión, tal vida. tal movi– miento que era imposible escucharle sin &entirf\e emJcionado y foertemen-,e im– pelido hacia la virtud; su palabra viva, eficaz y má3 penetrante· que espada de