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- 76 - cia, que era la ndmiración de cuantos observaban s:1 recto proceder. La pobreza seráfica corría en él pareja con las elemás virtudes· J 0 amás ,-iuiso te- su. _Pobreza · · ·1 alt1s1ma. ner á su uso c:os& particular; sino solo aquellas que esti; ban al servicb común de todos En 1:u celda no se veía mis que la desnuda tirit::rn, con un madero de cabecera y u::ia manta pe.ra cubrirse, la imágen de Cristo crucificado colgada de la pared, y algunos papeles donde escri- bía el croquiE ó esqueletos de sus sermo• nes. Gmmba él más en esta pobreza quo los ricos en sus tesoros y decía no conocer dichf igual á la de ser pobre por Cristo, siu cuidados para vivir, ni pensar más que en Dios, en quien es~án todos los tesoros de:. cielo y de la tierrL Amó tanto la virtud de la castidad y fué tan puro en obr11s, palabra3 y pen• samientos qce la virtud de la pureza parecía com11tural m él; y á pe· 0 ·ar de eso castigaba su cuerpo tan duramente, que de poco9 santos se cuentan las aus– teridadl's que practicó éste . siervo de Dios. Según éll testimonio de srus compa– fieros, apenas comía ni bebín, y en cam• bio llevaba un cilicio en forma rle casu- lla que le atcrmentaba pecho y es:,aldas su _castidad con más de uil puntas de alae1bre que admirable. tenía: sus dir:cip!inas eran diari:ts y crue- 'les, y no contento con eso se re·1olcaba ii deshoras en montones de chocotes y vi- drios rotos ó en las ortigas de .a. huerta como el Serafín do Asís entre las zarzas. Con estas mortificaciones donió de tal

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