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CAPITULO XI Virtucles l1eróicos en que se ejercitó nuestro V. Copucl1ino o gue las flores y frutos son para los vegetales, eso y mucho más son las virtudes con relación á 11 uestro espíri– tu. Jesucristo maldijo á la higuera que no daba fruto, como maldice y condena al alma gue sólo le ofrece la hojarasca de vanas perfecGiones confundidw, entre innumerablrs vicios. El justó debe ser en expresión del Real Profeta, como el árbol plantado juuto á la corriente de ]a:;, aguas, que dá e] fruto á su tiempo; y tal fué nuestro V. P. Franeisco de Sevilla que dió preciosos .frutos de virtud du– rante los días todos ele su vida. Las vir– tudes enriquecieron y herwosearon en tan alto grado su alma, que, el resplan– dor y luz celestial eu que la tenían en– vuelta, reverberaba en su cuerpo, ha– ciendo brillar en su rostro la pureza del ángel é imprirniendo en sus modales

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