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- 47 - ~-s.--s.--s.-~-s.-~ E>ervancia, como también lo escribe en su historia el V. P. Fr. Agustín de Gra– nada, no sabemos á punto fijo, si esta posesión que se tomó ttquel día, fué solo de las dichas e.asas, ó también Jel sitio que hoy tenemos: si bien es muy vero– símil, fuese dicha posesión de ambas cosas, estú es de las cusas en que "":~,pe– zaron á vivir los religiosos y del siti0 en que se edificó el convento, (contiguo á ellas) en el mismo lugar en qué hoy existe. (Id.) . Hospedados ya nuestros religiosos en Se empiezan las expresadas casas de las =e.ras de las obras, LLt, Cristo, se empezó á trabajar en la fábri– ca de la iglesia, convento y huerto. Y como los religiosos que vinieron á esta fundación fueron tales que no sólo ocu– pan dignamente lugar en nuestras cró– nicas, sino que por falta de medios con que costear sus causas, no se ha solici– tado que 10 Iglesia les dé I ugar en bUS altares, muy luego fueron eaptandose las v0luntades y devoción del pueblo, de modo que muchísimos sujetos de los principales de él venían á ofrecer libe– ralmente sus limosnas para la continua– ción <le la obra; pero con especialidad se distinguió en favorecernos un caballero genovés, llamado Juan Bta. Sarreta, hombre virtuoso y de muy distinguidas tr:,daá cli!; prendas. Este varón insigne, no sólo se n_uestro_ in- dedicó á ª.}'Udarnos con lo suyo, sino que signe bienhe- b', l . d l ¡· chor D. Juan tam ien se uzo cargo e recoger as 1- Serreta. mosnas que los fieles ofrecían, distribu- yéndolas por sus manos en las cosas

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