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- 37 - ~$:-$:-~ Parte, por lo menos, del sitio que es– Graye e O n- tos señalaron l)ara el convento y su tranedad, huerta debía pertenecer al mencionado cortijo del Sr. Castillo y Padilla el cual se hallaba en Ecija, cuando se señaló el sitio para la fábrica y empezaron á abrir los cimientos para cercarlo. Vuel– to de Ecija halló á los oficiales trabajan– do en la fábrica del convento, y cono– ciendo que era suya la tierra donde se abrían las zanjas, y que se había seña– lado este sitio sin haber él dado licen– cia, se enojó demasiado y prohibió á los oficiales proseguir en el comenzado tra– bajo. Fueron estos al P. Severo, contá– ronle lo que pasaba, y el dicho Padre fué con la novedad á los regidores, los cuales conociendo que tenía razón don Juan, y que e1 señalar parte de aquel si– tio sin licencia suya habfa sido yerro ó descuido lamentable de ellos, le aconse– jaron que solicitase de D. Juan licencia para la prosecución de la obra. (V. P. Isid. de Sev. N. 0 125). Fué el P. Severo dos veces á hablarle á D. Juan, y ambas lo despidió muy desabrido, sin concederle la licencia que le pedía, porque pareciéndole que el yerro cometido había sido en su despre– cio, estaba además de ofendido muy enojado. Tercera vez fué nuestro vene– rable á verse con dicho Caballero, pero fué en vano su e.qcacia para persuadir– le, aunque era mucha la que su virtud Rue¡:-os d e 1 h , , . b á l l b v. P. severo. ero1ca comumca a as pa a ras; y por más que instó jamás pudo alcanzar

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