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- 30 ~ .:.s.-,:_s,..:.s,-~~-:s:-.:.s.- pidió un real decreto en el cual se man- daba que si alguno ofreciese élinero por Diliculta_d en ·' · conseguirlas. conseguir de la Co:sona alguna merced que esperaba, no sólo no la consiguiese, ·sino que también que,Iase perpétuamen– te inhábil- para con.seguirla; por le- cual nuestro pretendiente que ignorab!:t este decreto, quedó por su ofrecida donación, sin la esperimza que antes tenia de ver realizado su deseo. (P. Cord. Cro:::i. de Ant. N. 0 43.) . Afligido, pues, D. Jerónimo, v:endo :¡},ºs~~e:~ :f~ frustrada su pretenEión, disponía volver- Lucana. se á Antequera, cua:ido se le oc-J.rrió con- tar su pena á su amigo el P. Severo de Lucena, á quien le dijo que si 11Evado de su 1mtigua amistad, so empefíaba con el Rey, ó con su favorito el Duque de Lerma, y le conseguía el fin d3 su pre- tensión, él haría en retorno de tanb be- neficio, que la c:udad de Anteqmira no sólo ofreciese fundación á los Capuchi- nos, sino que también con muchas ins- . tancias la solicitase- y que los cinco mil Este le ayu- d d , ' da e::i sus pro– nea os, que a la corona le había ofre- tensiones. cido, los daría para t.ynda de la flbrica. Mucho se complac:.ó el P. Fr. Severo solo con oir esta propuesta, y si bien no le dió absolutamente el si, le prcmetió no obstante que practic:1ría todf,s li::s di- ligencias posibles para darle en rn aflic- ción consuelo. (Id. N. 0 44.) Tenía el siervo de Dios en la Corte un hermano, llamad'◊ D. Sebastián de Tobar que era secrEtario del Conseºo de Se vale de su , < herrr.an0, · Guerra,.hombre de valer y muy estima- · e

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