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- 26 - ~-:.s.-~-:.s.--:.s.-~ nuevo las austeras virtudes de sus pri– meros discípulos. Es más muchos caba– lleros nobles de Epaña, atraidos por su virtud ó convertidos por su predic:ación habían dejado los destinos y empleos con Los piden en que fueron á Italia por vestir el burdo Barcelona. l b' C h' ' b 1á lto apuc mo; y esto aumenta a aquí la fama de aquellos hombres ex– traordinarios, y el deseo de conocerlos y tenerlos en España. Llegó á tanto este deseo, que los Consilleres de la nobilísi– ma ciudad de Barcelona determinaron en sesión plena pedir al P. General de los Capuchinos, Fr. Jerónimo de Mon– tefl.ores, que les mandara de Italia una Comunidad, para la cual le ofreció la Iglesia y casa de la Santa Madrona; como consta en los libros de la Ciudad con fecha 2 de Junio de 1576, y 6 de Junio de 1676, según nuestro eminentí– simo Cardenal Vives. Recibió la carta de los Consilleres el P. General, y les respondió agradecido, que habiéndose de celebrar el Capítulo General, se trataría el asunto y se haría lo posible, para que lograsen el consuelo que deseaban. En efecto, se trató esto entre los Capitulares y se resolvió que el ?. General enviara seis religiosos á ~~~:r 0 : ca~ Barcelona y entre ellos dos españoles de taluüa. los más ilustres que tenía la Orden en Italia, los cuales funon el P. Mateo de Guadix y el P. Arcangel de Alarcón, de nobilísima familia, que venía con el cargo de Comisario Genernl. Estos seis religiosos desembarcaron en Baree-

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