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- '21 - ~~~ <laderos hijos y perfectos imitadores de ~uevas riva- S. Francisco y no los observantes quie- hdades. ' ' nes se habían quitado la barba, la cual es cosa cierta y averiguada que la llevó nuestro Padre y sus primeros discípu– los; y lo probaban, mostrando las pin– turas antiquísimas que se conservan de S. Francisco, S. Antonio y otros santos del primer siglo de la orden en Santa María la Mayor, en S. Juan de Letrán, y en muchas otras Iglesias de Italia. Llegó á tal estado la lucha, que los observantes amontonaban sobre la re– forma Capuchina todos los dicterios que los conventuales habían acumulado tiempo atrás contra la Observancia; y á Polémicas la• ] 'fi b l l • m:entables. esta a morb ca an os capuc Hnos, re- produciendo antiguas imágenes de San Francisco y sus compañeros con barba y capucho, escribiendo debajo: Este es el hábito que usó S. Francisco; etc., etc. Estas contiendas tristes, que da grima recordarlas, fueron tan públicas y tan poco edificantes que la santa Sede acu– dió solicita á poner paz y acabar las discordias, vedando á unos escribir bajo la imagen del Santo Fundador las fra– ses mencionadas; y prohibiendo á los otros decir que los capuchinos nt) son verdaderos hijos de S. Francisco, del cual descienden por línea recta jamás interrumpida. Hé aquí lo que decía el Papa Paulo V en su Breve dado el 16 La santa Se• d O t b d 1608 do pone paz. e C U re e . Habiendo entendido que algunos du– dan, si los frailes de la dicha Orden de

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