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- 251 - los religiosos pasaban por eeta causa. El siervo de Dios P. Fr. Severo, que se ha– s l~ .. amor al Haba siendo Guardián, próximo ya á su proJ1J110. d. . . . l 1ehoso tránsito, no pudo reprimir os afectos de su cnridad ardiente, que mu– cho tiempo lo habían sobre aquel asun– to molestado. Por eso había representa– do á la Ciudad muchas veces lo preciso que se hacía acudir al remedio de aquel tan manifiesto peligro; y si bien la Ciu- • dad acordó se hiciese en aquel sitio la obra que fuese necesaria, no se pudo acudir á ejecutarla con la prontitud que la necesidacl pedía, por lo que cada día se multiplicaban las desgracias. Sucedió, pues, que cierto e:'pecial devoto nuestro viniendo de Málaga, le obscureció la no– che en el camino, y llegando á la Escale– ruela e'Kperimentó el fracaso que á otros muchos había sucedido; pero fué con misericordia, pues, aunque muy lastima– do, por no dar en su casa aquella pesa– dumbre, se acogió al convento á reparar– se aquella noche. No es decible la pena que esto causó al V. P. Guardián; con lo que dando riendas á sus caritati,·os afec– tos, juntó á sus religiosos y les dijo que estaba resuelto á emplear sus facultades todas en remediar aquel camino; y que pues entonces no podía la Ciudad em– prender aquella obra, era muy del serví- Se compade cío de Dios y de los prójimos, que los ce a e un a ¡· . d d' , 11 l desgracia. re 1g10sos se e 1casen a e o; que por a mañana iba él á empezará trabajar, y que el que se sintiese con fuerza le acompa– ñase.

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