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- 250.– G,.:S:,.:S:,'5;-@.@.@.@.@.@.@.@..:S:,'--.5> taron; porque pidiéndole la enferma y sus padres y hermanos que le dijese un evangelio y la encomendara á Dios, se Sana á.. un a llegó á la cama y poniéndole la mano enferma. sobre la cabeza, le dijo un ,wangelio. ¡Caso raro! Luego que tocó el bendito padre la cabeza de la enferma, se halló limpia de la calentura y recupE:ró instan– táneamente nuevos bríos, de ::nodo que muy en breve se levantó del leüho buena y sana, reconociendo todos qne fué mi- lagro patente que Dios hizo por los mé- ritos del P. Fr. Severo. Era con esuecialidad tan amante de la pureza, que jamás ofendió por obra, pa– labra, ni psnsamiento á esta zirtud; no fué menos heróica su caridad así para con Dios como para con el prójimo. De lo uno y de lo otro dió muestra.e_, l::aatan– tes en sus dichos y hechos, au~1que sólo referiremos aquí un caso que es suficien– te para demostrar el amor con que á sus prójimos miraba. Hay á una legua de Antequera en el ca,mino que conduce á Málaga un sitio que se llama Escalerue– la. Estaba entonces tan fragosa la subi– da, que todos los días sucedün en el muchas desgracias, ya rodando ?ºraque– llos peñacos las bestias cargadas, ya hombres, y á veces los hombres y las bestias en confuso v revuelto montón; por lo cual eran muchos los daños que allí se experimentaban. Y come, nuestro Su c.aridad · J L . heró1ca. convento esta )a entonces· en rn misma entrada de la ciudad por aque:~a parte, eran muy frecuentes los quebrantos que

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