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- 246 - ~~~·:.S:-.:S.-.:S.-.:S.-~~ tes, luego que se saludaron, le dijo el . P. Fr. Severo: Amigo, ¿cómo se vuelve Caso marnvi- t d · d ch · 11 Ó lloso. · us e sm espa o, y sm evar ra~ n alguna sobre lo que pusieron á su cuida- do? ¿No repara que los que le esperan en su tierra recibirán gran pena, y ,.:¡ne usted también ter:drá m1::cho que se::1tir por haber gastado inútJmente por su omisión tanto dir.ero de~ Consejo'? No haga tal; sino mafíana madrugue, y vuél- vase á Madrid, y busque usted á D. Se- bastián de Tobar, que vive en tal calle, y le da informes de todo, que él le facili- tará el despacho dentro de cuatro d~as. Atónito qnedó de oir á aquel religicso, al ver que sin haberlo antes conoci:lo, ni haberlo visto en su vi::la, le habh 0 .ba de una materia que él no había revelf.do á nadie, y más se admiró -:mando oyó, lo enviaba á aquel mismo sujeto que al tiempo d0 su partirla le hE.bían encarla- do viese. Con lo que al siguifmte día vol vió á Madrid. habló con Don Scbasti:m, á quien informó del lance y de lo que le había sucec.ido camino de 'l1oledo: y tomando Don Sebastián la causa por suya, á los cuatro ·días ya estaba despa- chada muy á la satisfacción de la villa, donde lleno de asombro refirié> públie:a- mente lo que le había sucedido con el P. Fr. Severo. No fué menos verídica otra profecía que el siervo de Dios hizo al Sr. D. G~s- otro e as o par de Bilbao y Ayala, Pbro., herma::10 igna!. de Don Alonso. Ha1lábase este caballero en Madrid pretendiendo de la Magcstad 33

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