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- 241 - G:,S:<S:-~~'8 .:S.,~ banzas, ó para solicitar el alivio espiri– tual ó corpornl de sus hermanos. Morti- su penitencia fica ba su cnrne con ásperas y el uras pe– nitencias, siendo en conclusión una per– fecta inrngen de nuestro Santo Patriarca, por cuya razón así los seglares como los religiosos todos lo veneraban como á un santo. Con el ejercicio de estas virtudes pare– ce que llegó nuestro Severo al estado pri– mitivo de la inocencia, y por él al impe– rio sobre los brntos, con.10 se vió en una ncasión, en que caminando y poniéndo se á rezar h,s Horas Canónicas debajo de la. copa de un árbol, mandó á las aves Su inocencia que eu ella babfa que le ayucbsen á ala– Y ca nd ºr· bar al Se:ñor. Obedecieron prontas, y ha– ciendo Fr. Severo un coro, en la forma . que las concedió la naturaleza respon– dían ellas con otro, y de esta suerte lo continuaron hasta que el Siervo de Dios pus,) término á su tarea. Con las singulares ilustraciones que por la oración adquiría, preelijo varios aca.ecimientos antes que sucediesen. Uno de ellos fué el de su muerte, como des– pués veremos. Manifestaba á muchos pa– ra provocarlos á penitencia los más ocul– tos vicios del corazón. No sola una vez t~ºnaoeci~~:i:_i-; aconteció pedir de improviso licencia al ocultas. Prelado para salir de casa y entrar en las de algunos para ayudarlos á bien morir, habiendo conocido por divina revelación la fatiga en que los hallaba después. La buena opinión que del Siervo de Dios formaban, cuantos lo conocían, era
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