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- 240- los, ya se ordenasen al común be11efi– cio de ]a República, ya al particular de la Religión, con Jo cual la pudo propagar • • d e 71 Su don do en cop10so numero e onventos. ..iira gente. tan grande la energía de sus palab~'üs, que nada persuadía que no alcanz:i.S<:1. Entre otros Príncipes que le fueron apa- sionados deben contarse tres: Dc,n Juan Fernández ele VeJasco y rrobar, Condes- table y Presidente de Castilla; Don Juan de Zúñiga y Avellaneda y Bazan, Conde de Miranda y Presidente de Castilla: y · Dou Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, Cardenal de la Santa I-glesia Ro– mana, Duque de Lerma y primer Minis– tro del Rey Católico: los cuales todos solían decir que, aunque hubieran teni– do la infelicidad de nacer entre in-::ie– les, sólo con oir al V. P. Severo de Lu– cena vinieran al conocimiento de las verdades de nuestra Santa Fe. De aquí nació que cuando el Duque Card<:na~ de– jó la Corte y se retiró á Lermfl, llevó con– sigo al Siervo de Dios y le conservó en su compañía por mucho tiempo, co::::ifes1::n– do con grande ingenuidad que debír: á su comunicación el desenga·ño, serenid,:id y consuelo con que se hallaba. Vivió luego que profesó la estreché:; y austeridad <le nuestro santo Instituto tln negado á sí mismo, que no tenía voh:n: tad propia para ejecutar cosa alguna; so, . lamente hacía aquello que le mandaban Sus virtutl.es . sus Prelados. Su humildad fué profun- dísima y angelical su pureza: su !eng·.ia sólo se movía, para proferir divinas a~a-

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