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- 237 - G,@.@.@.@.@.@.@.@.~ religiosos, que en ella prontámente ha– llaban el alivio en sus necesidades. Si al– guno caía enfermo, como en la estre– chez del convento se le duplicaba lo pe- caridad c1 e 1 ¡ f d d t b ]] D. Alonso de noso ( e a en--erme a_, es e ca a ero se Lncena lo llevaba á su casa inmediatamente; y allí, no solo se le asistía y curaba cor: so– licitud grande por sus domésticos y fa– miliares, sino que los incendios de su cari– dad y devoción no le permitían apartarse un punto de su cabecera hasta que el médico se despedía, y lo dejaba sano; obras todas que lo acreditan no sólo bienhechor, no sólo hermano, sino amo– roso Padre de los religiosos. Así se con– servó en este caballero el desvelo en so- F , licitar nuestrn alivio hasta que 011 el año u~ para nos- d 1G ~ ~ . l 11' d" otros verda- e -tb acaeció o qne a 1 iremos, to- dero Padre. cante á este Convento; que ahora es pre- ciso dedica(nuestra atención al V. P. Se– vero,de Lucena, que pasó por este tiem– p0 , á la eternidad como veremos en el capítulo siguiente.