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- 234 - tán entre sí los lugares y la travesía, es– pecifllmente eu Sierra ·Morena, fueron inexplicables los trabajos y calamidades que padeció en este camino. Acabó con la mayor brevedad el muy R P P · • ¡ 1 • • • d \ d l , Vuelve á Ma- . . rov:ncia , ,a v1s1ta e , n a ucrn drid y llevado del cuidado de manifestar su · obediencia pronta ai superior precepto, se restituyó á la Córte. Present-óse al se- ñor Nuncro, á tiempo que el Rey había mandado se hiciese una junta de teólo- gos para que en ella se resolviese lo que debía hacerse sobre el ya tocado a3unto. Era en la Corte bastantemente conocida la virtud, literatura y capacidad del di- cho P. Provincial, y por Jo mismo luego que se supo en ella su llegada de Anda- lucía, mandó el Rey que asis6ese á di- cha junta. No quisiera incurrir en nota de apasionado, diciendo lo que en ella acaeció, por lo que solo diré, que el die- Prevalece sn támen que nuestro P. Provinci0l expuso dictamen ,en• . tre los teolo- en sn memorial, fué el que prevaleció, gos. contrarrestando la opinión de muchos grandes sujetos que lo contradecían. Y así, habiendo los de la junta detHrnina- do en que algunos grandes teólogos co- municasen al Príncipe para ver si con la eficacia de sus razones lo podían reducir á que se reconciliase con la Iglesia Ro- mana, el Rey encargó este empeño tan árduo al cuidado del R. P. Provincial. Oyó este el mandato de s M. V deseo- Le encargan d , 1 b é r"t d : t · que trabaje SO e asegurar 01 U611 Xl O 6 eS. 8 J,ffi· en la conver- p ol'tantisimo asunto hizo que viniese á s~ón del Prin- ' 01pe. la Córte el R. P. Fr. Pedro de Barbastro,

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