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23ü para edificación com-in de cu¡¡ntos lo tratasen, lo enviaron á su patria cuando en ella entraron á funéar los Capuchinos, no sólo para que ayudase á los Padres vi~ ne a la que habían venido á fundar con su ~ra- Bética bajo en las obras materiales; sino tam- bién para que su editcante presencij y santa vida concilir.se con Dios por medio de su palabra e:ficf.z A los <livertidos pe- cadores, grangeando al rnfomo tiempo para nuestro santc hábito y seráfico ins- tituto las estimnciones preeisas para po- der establecemos. No se engafíaron en su elecci6,1, aciue- 1los Padres, pues desdo que nuestro ve– nerable Lorenio entr.ó en los lugares do .Andalucía, lo empezaron á veoernr cnt'ln· tos lo trataban cotr,o á .0ngel que les lw– bía venido di sde el cielo. Prueba muy eficaz de lo sólido do su virtud es haoor– lo elegido el V. P. F'r. Severo de Luce11a, B.sí para la fur:dación de Antequera ::o– rno en Ja de Granada, en las que Je a;:'U· aó mucho. Y habiendo vivido más de HO afios en la religión, ibstrándola con su santa vida, y perfecc:on evangélica, le asaltó en el Convento de Granada la -:.il– tirua enfermedad, cuyc peligro• adverti– do por el venerable varón. ernpe½ó c-Jn tanta solicitud á di:cponerse para aque la última hora, como si en toda su vida hubiese practicado acci6n alguna de vir- . tud que le pudiese aJJrovochar 'en ella. ~~~~ 1 ~d:. en Avisáronle los re[giosos del evidente peligro en que se hallaba por la malig- nidad del accidente; y si bien no le co-

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