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aquella ciudad. De su niñez nada sabe– mos: sólo cornta que siendo ya joven lo inclinaba su piedad á servir á la Iglesia, si bien su valeroso espíritu lo inducía á que estos servicios había de ejecutarlos con las armas; y para conseguirlo, creyó que era único medio el alistarse soldado l . · l :1 d "\,f lt , S J Alistase e a- re 1g10so en e orüen e _nl:I a o . uan ballero de de Jerusalén cuyos Íllclitos hijos tantos Malta. triunfos le han dado a la Iglesia Romana. Ejecutólo pronto, empezando en esta Orden militar á imit11.r fervoroso !&s he– róicas virtudes de los muchos santc-s que en sus altare:;, venera. esta religión por hijos. Pero aunqi:::.e con mucho estu:lio se aplicaba á eousPguir lo que con tantas ansias apetecía que era el estado de per– fección y consumada virtud, y pa:-a al– canzarlo tiene aquella rejgión muchos y proporcionados mediJs; no obstante, mo– vido de superior im¡::ulso apeteció mili– cia más estrecha y puestos los ojos y los afectos en la que prdesan los Ca¡::uchi– nos, pretendió alistar3e bajo su bandera, siguiendo en esto el 0jemplo de ºotros muchos de su Orden. Con estos pensamientos llegó en una ocasión á Barcelona. y exponiendo al Prelado sus ansias, éste hizo aqt:.e!las En.tra Oapu• . . l ohmo. expenencrns que sue en entre nosotros practicarse, para experimentar si sc-n las vocaciones verdac.eras. Y viendo su cons– tancia lo admitió en nuestra Orden, dán: dole el hábito Capuchino en el Conven- to de la misma cbdad de Barcelona. Apenas se halló nLevamente armadli

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