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- 192 - Sacramento, cuando absorto en un men– tal exceso, la vehemencia de espíritu que le sobrevino arrebató su cuerpo, y 1 d · Horror q u e puestas as manos como cuan o ora:)a, tenía á 1 as los ojos fijos en el cielo, por espacio de alabanzas. una larga hora, se quedó suspenso en el aire, con admiración y asombro de to•• do el pueblo, que fué testigo de este pro- digio. Vuelto de aquel extático impu~so, advirtió que muchos lo habían visto, y como solicitaba sierupre con anhelo el que no se peroibie:a alguna singulari-- dad suya, quedó tan corrido y avergon- zado como si hubü:sen incurrido en una afrentosa infamia, y así no sólo se au-• sentó de la igle.sia, sinq también del Ju .. gar, á donde no volvió, por no oír las aclamaciones de santo que le tributaban. Así supo nuestro V. P. Fr. José de Li- En f e 1· m a l d 1 · D' nuestro V e· nares ::iprovec iarse e tiempo que 10s nerable. le concedió para vi 1 :ir .Y de los talentos que le fió para comerciar, los qu-e em- pleó con tau to acierto, que lleno de abun- dantes ganancias, 1~0 tenía recelo de que lo llamaran á cuenta, como lo manifestó .la experiE:mcia, pues hallándose eti el convento d.e Granada. á últimos del año 1620 le sobrevino la última enfermedad, que desde luego se dió por tal á co-- nocer. No lo ignoró el siervo de DioE, y así muy luego pidió se le administrasen los Santos Sacramentos, como se ejecu-- tó armándose con aquel escudo para Recibe l O s ' Sacramentos luchar con el común enemigo, qu-e con ;mayor encono solicita triunfar de nues-– tra alma en aquellas horas.

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