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- 191 - ~S:-,:S':-@.~@.@.($':-(5':- mayase, 6 se rindiese con el grave peso de tanta mortificr>ción y penitencia, so– licitaba darle algún esfuerzo entregán– dose á la oración y meditación de las Su oración. delicias celestiales; y como con estas con– sideraciones tan maravillosamente su es– píritu se recre~:ba y fortalec:ía, esta ro– bustez que la parte superior adquiría, la comunicaba á la inferior, de modo que más parecía se conservaban sus fuerzas naturales con lo que meditaba, que con lo que comía. Como era tan contínua su oración, era tanta la suavidad y dulzura que en ella experimentaba, que sin po– der contenerse prorrumpía en afeetos de abundates lágrimas y muchos raptos y • éxtasis, máxime cuando celebraba el santo sacrificio de la Misa, que era don– de con mayor abundancia gozaba de es– tas soberanas delicias; quedándose fre– cuentemente suspenso mucho tiempo á la eficacia de las <lelicias celestiales que sentía. Aunque esto en él era muy común, sucedióle hallándose en Linares, un rapto ::nuy singular. Un día habien– do dicho misa en la iglesia parroquial de aquel pueblo salió á ella á dar gracias s ~l s arroba• como acostumbramos los sacerdotes to- m,entos. . ,.1 l dos. Hincóse para esto de rorhllas ue an- te del altar mayor donde estaba el au– gusto Sacramento; y apenas empezó á considerar la caridad inmensa del Sefior, y que para manifestarnos las finezas de su cariño quiso quedarse con nosotros, instituyendo tan oculto como admirable

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