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Su peniten– cia.. -175 - ~~~.:...-9 con singular estudio en conocerlo, y su voluntad en amado, por lo cual era fer– vorosa y contínua su oración y en ella se enardecía su corazón amante, por con– seguir unirse en estrecho lazo al Sumo Bien que era imán de su albedrío. No con menos conato solicitó esforza- do sujetar la carne á las leyes del espíri– tu; para esto se armó con rigurosos ayu– nos, disciplinas y otras varias penitencias que la prudencia de su Maestro le permi– tía, y así llegó á dominar tanto sus pasio– nes que disminuyéndose en él lo mortal y terreno, parecía gozar privilegios de na– turaleza angélica. Ad vivió nuestro Je– rónimo el tiempo qne estuvo de novicio, siendo de todos los religiosos, que admi– raban sus heróica,;; virtudes, sumamente estimado, y todos inferían que con el tiempo sería asombro de santidad, por– que de quien, comenzaba con pasos tan acelerados á subir á la cumbre de la per– fección era de discurrir que, llegando en breve á ella, competiría con la santidad más gigante. Pero como este siervo fiel tni bajó con fervor tanto por cultivar la viíi.a de su alma, alentando con su ejemplo aun á los más robustos operarios; quiso el Pa- E n fer mad 1 . l . l d 1 nuestro novi- re ce esba premiar e su esve o con cio. darle prontamente el denario que tiene prometido á los que con fidelidad tra– bajan. Sucedió pues, que ha biéndosele dado ya los segunrlos votos para la pro– fesión, corno _entre nosotros se acostum– bra, se vió asaltado de una gravísima

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