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- 174 -- de la evangélica y seráfica milicia, r.c se contentaba sólo con hace:-le al infierno guerr9. defensiva, resistiendo valeroso los contínuos combatES de los tres enemigos Declara gne– mortales mundo demonio y carne sino rra á las pa· ' ' . ' s1ones, que le declaró gue~ra ofensiva, solicitan- do vencerlos y sucyugarlos. Para come– guirlo concibió un desprecio tal de toe.as las cosa:,; del mundo, que juzgándo.as indignas de la atención de un racional, no sólo las despr'3ció todas, sino que negándose perfectamente á sí mismo, de tal modo se rindió á la obediencia de sus superiores, que sin expresa ord0n suya nada ejecutaba; porque pretendía co:;ntr en sí la idea de la obediencia que nms" tro S. P. S. Franeisco nos dió cuando dijo, que el verdi:::dero obediente, paa serlo, había de imitará un cuerpo mmr– to, que siempre se conserva inmó-ril, mientras agena mano no le mueve. Paa luchar contra el demonio y conseguir de él gloriosos triuufos, sabiendo que :lS· te hace sus asaltor: cautelosamente, ¡::or las puertas de los sentidos exteri-ores, y que las armas que más le ofenden s::m que la criatura traiga á Dios siempre presente, y que s0a su oración continua; no se contentó con cerrar con el fuerte candado del temor de Dios las puertas de los sentidos ex:eriores. sino que :le su oración t 1 d C!. , n· l . :l contínna. a mo · o 11JO en 10s as potencias_ e su alma, que solo de su Justicia y su l\.Ii– sericordia se acordaba. St:. entendimien- to, aunque limitado para comprender sus infinitas perfecciones, se ocupaoa

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