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-- 160 - ¡;;;os del corazón que lo oprimían; y todo Esto lo miraba él como un beneficio di– vino, persuadido de que Dios le daba el purgatorio en vida como se lo había pe- o.ido, y por esto no cesaba de bendecir á B 0 _ n di e e al D . ·¡ l . l Seuor en su 10s, y tn mtar e por tan smgu ar fav-n enfermedad. perennes gn,ciaa. (Pab. de Gran. 303.) Quedó hecho verdaderamente un se– gundo Job, pues los labios y lengua, ::i_ue fueron las solas partes de su cuerpo que le quedaron libres, siempre los tuvo ocu– padas en tributarle á Dios las alabar.zas debidas. A no temer incurrir en la cen– sura de algún crítico, me detuviera á hacer alto sobre las circunstancias de este accidente de Fr. Bernardino; pues r.o sólo en él se advierte fundamento bastante para discurrir le fué siempre á Dios aceptable, cuand.o liberal le conce– dió sus peticiones, sino que en haberle dejado libre los labios y lengua s•lla– mente fué, al parecer, querer Dios mEni– festar lo heróico de su virtud, pues á no ser esta tan acrisolada, siendo tan inex– plicable su padecer, naturalmente se había de quejar, teniendo expedítos ir:.s– trumentos con que poderlo hacer. Luego no habiéndo3ele oido en el largo tier::ipo de su enfermedad palabra alguna que in- Prueba de su d . f l . l . . virtud. 1case a ta c'.e to eraneia, pues no articu- laba otra cos1 que, sea por arnor de Dios; parece se infiere no careció de provken • cia soberana. le hubiese quedado libre la lengua, para que fuese ella misma con su heróico emp2eo la más joven. (I d.rueba de la virtud de nuestro auténtica p 304.)

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