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- 153 - ~S:<S:-~;.s:-&.~&. aquella Provincia, que lo favorecían mucho, el que lo recibieran, (Id. 296.) No tardó nuestro Fern.ando más tiem– po para ponerse en camino, que el muy preciso para disponer su marcha. Llegó á sal e de [la Valeocia y pasando con su arnigo el Mar- Corte. qués de Moya á solicitar el logro de sus deseos, halló ii1s puertas Perradas, y tan to, que echarn1o el resto el Marqués, con ser tant,J sn vali n1iento, ('U esta ocnsión nada pudo, porqul' los Padres respon– dían, que pues en Andalucía tenía un hermano Capuchino, viniese á tomar el hábito a~á; por cuya razón se vino nues– tro Fernando á Granada. Algo se extrafíó al principio su venida; ·pero luego que declaró á su hermano el motivo de haber dejado la corte y el v u o 1 ve {¡, áuimo resuelto que tenía de hacerse ca- Granada. h' ] b J l PD puc mo, ce e nno11 tooos os .[ . su re- solución, y haciendo los religiosos re– fk·xión de las palabras crm qnt, Fr. Ber– nardino había consolnclo á su madre, conocieron había habhido con espíritu profético. Participó él á su madre y pa· rientes sus intentos, y haciendo la mis– ma reflexión que los religiosos habían he– cho, alabaron al Sefíor, q ne snbe revelur– su::; secretos á los pequefíos. (Id. 2~J7) Dispusiéronse con brevedad las cosas, y tomó el santo hábito, dos meses anles de que muriese su hermano Bernur– r'~ma el M- dino, concediéndole Dios á este el verle - ·º· capuchino nutes de morir, con lo que quedaron tambiéu enjutas las ltígrimas de sentimiento que vertía la dichosa ma-

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