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- 151 - ~.:.s:-:s:,.:s.,~.:s.,~ júbilo y regocijo, aunque durante la ce– remonia estuvo derramando abundantes lágrimas. (Pab. de Gr. N.º 294,) Advirtiólo nuestro Bernardino y as{ Ale ría de su q?-,e, _term~nado el acto, el P. Guar~ián le malre. dio licencia para hablar á sus parientes, con voz humilde dijo á su madre, viendo que ésta no cesaba de llorar: madre, qué lágrimas son esas? ¿Cuando V. debía estar llena de júbilo, al ver que un hijo suyo se ha consagrado á Dios en una religión tan santa, muestra V. sentimiento? Pero la santa madre le respondió pronta: Hijo, no lloro al verte á tí en el estado que con tan– to gusto mío has elegido; lloro sí al acor– darme de que, siendo Fernando hermano tuyo, él esté entre los bullicios y peligros de la Corte, expuesto á padecer espiri– tuales ruinas, cuando tú libre de ellas te hallas de Dios favorecido en haberte anu– merado por familiar suyo entre religio– sos tan santos. Consoló á su buena ma– dre nuestro recién profeso, dieiéndola que enjugáse las lágrimas, pues no se pasa– rían muchos años sin que viese á su hijo Fernando vestír el hábito Capuchino y profeso también. Y como entonces su Profetiza que hermano no pensaba en tal cosa, y luego su herman? se vió el pronóstico cumplido se creyó será capuch1- . ' no. que Dios se lo había revelado en la ora- ción, y quiso consolar á su afligida ma– dre, con esta profecía. (Id. 296.) Antes de pasar adelante debemos ad– vertir que nuestro V. Fr. Bernar<lino, ha– bía pedido á Dios y obtenido de la bon– dad divina tres cosas principales; la pri-

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