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-145 - ,s:-.:s.,s.<.&~~~ por acto distintivo de su ser la impúdica disolución. (Id. 284.) Sucedió en confirmación de lo dicho, que un chicuelo de su edad, enfadado de ver en nuestro Alberto circunspección ~i~o~iere un y compostura tanta, y aquel ::melar tan grave, levantó una piedra y con cuanta fuerza purlo se la tiró, diciendo: A este santucho,porqiie ancla clespacio,-y dióle con · >ella en la cabeza, haciéndole una peligro– sa herida. Esto, si bien se repara, más pa– rece acción estimulada del enemigo co– mún, que no pudiendo tolerar la virtud de uuestro Alberto, quiso por este medio destruirlo, que no impulso de un niño. Pero lo uno ó lo otro no inquietó ni per– turbó el ánimo del inocente joven, antes sí, fué crisol donde adquirió su virtud muchos quilates; porque al verse herido é injuriado, tanto llegó á complacerse, que apreció más este ultraje, que otros de su edad agradecieran un exquisito regalo. Vino á eu casa herido y por más que solicitaron saber quién había sido el agresor, imnás lo llegó á decir; pero sí manifestó á su hermano qu0 traía siem- !t;,l~~~~ de su pre delante de los ojos de su alrna á Cris– to Nuestro Bien con la cruz sobre sus hombros, así como la llevó al Calvario; con cuya consideración no se había im– pacientado con la injuria, ni con el gol– pe de la piedra. De lo que se infiere que este niño confirmó con sus obras lo que S. Gregorio nos ensena con las siguien– tes palabras: Si el alma eon toda su inten-

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