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-122 - -:.s:-~~;_s,. ningún modo consintiesen que se consti– tuyera en Provincia, para lo cual aleg¡;1ba muchas razones, que en su dictamen eran ' J·ustificadas. Estas cartas del P. Po~i:iio Cae e_n des- . gr a e 1 a del llegaron. no se sabe como, á manos del Rey. Rey y le caw;arnu á S. M. muy gre.r..de sentimiento contra el P. Fr. Serafir., vi- endo que este se oponía á su resolución y á la mayor extensión de la Custodia. Mudose el corazón de S. M en tanto gra- do, que su amor al P. Serafin se conyirtió en indiferencia y despego, que secó el manantial de sus favores (V. P. Isid de Sev. u. 223. lit'¡. Muy luego éonoció el P. Serafin en el semblante del Rey y de los demás Se– ñores sus privados, el yerro que había cometido en escribir aquellas cartas; pe– ro no ·obstante, aun conservaba esperan– zas de poder dar satisfacción á S. M. y de volver á su gracia; mas no tardó en ver que de una vez se le cerraban las puer– tas, porque habiéndo venido á vi:::itarle el Patriarca de las Indias, U. Diego Pé– rez de Guzmán, Limosnero maycr del Rey, le dijo de parte de este, qu2 por entonces le convenía retirarse de la Corte y de la. Custodia de Castilla y Andalucía. Quedó el afligido religioso como fuera de sí al considerar lo que perdía, por haberse empeñado tanto en aseo-unrlo· Le_ mandan . . "· , ' retirarse d e pero al verse ya sm remedio, suphcc con la Corte. instancias al Patriarca que, para que no fuese afrer:-t?sa su salida, rogase El Rey qn(;) loadm1tlese para despedirse de S. M. antes de retirarse. Conseguida esta gra-

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