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- 119 -- do el R. P. Fr. Juan de Villafranca; y que el único remedio que había para cor– tar este fuego era, que S.M. mandase al R. P. Iluminado saliese de sus dominios, entreg~ndo los sellos del.a Custodia á uno de los Definidores de ella, con lo que se tranquilizarían, pues lograban lo que con tantas ansias pretendían, que era tener Prelado mayor, hijo de la misma Cus- :! 'f''ff. ;_s 0 !: todia. (Cord. Id. n. 61.) . nera.l. Oyó el Rey estas razones y sm hacer alto en ellas, ni maravillarse del origen de tanto daño, sólo atendió á procurar sin demora el remedio. Man<lo al punto que escribiesen dos cartas, una para Ntro. Rmo. P. General, rogándole que mandase al P. Iluminado salir al punto de España, lo que S. M. no hacía por sí mismo, atendiendo al crédito de la Reli– gión; la otra para el Duque de Feria que se hallaba de Virre\' en Valencia, man– dándole, que lueg,; que llegase allí el P. Fr. Juan de Villafranca, religioso Ca– puchino, que pasaba á Francia, lo man– dase detener, y que ,le haberlo así eje– cutado, le diese pronto aviso. Una y otra mandó S. M. se despachasen c, in postas: l,a que iba en busca de Ntro. Rmo. Pa- El P. Gene- dre General, le alcanzó bien internado ral des.titu;ve en Francia y luego que abrió el pliego .P. Com1sar10. ' ' le causó la pena que deja considerarse su contenido; pero inmediatamente res– pondió á S M. enviando orden al P. Ilu– minado, para que luego, enlr·egase los sellos de la Custodia á uno de los PP. De– finidores, y que sin dilación se retirase

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