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- 117 - ~;_s-:-~~~ Gemían los religiosos bajo tan pesado yugo, pidiendo con clamores eficaces al cielo, proveyese de remedio pronto, para que los muchos espirituales frutos que la nueva planta de la Custodia prometía, no se malograsen con aquel modo apasiona– do de gobernar, del cual da una muestra Inter e e p t a 1 · · t • (C d G' , N u ~ 8 ) las cartas del e caso srgmen e. or . ran. . D . Duque. Apenas había salido de Madrid para su guardianía de Granada el P ..Juan de Villafranca, llegó al convento con una carta para él un criado del Duque de Lenna, favorito del Rey; y al saber el criado que el P. Juan había marchado, la entregó al portero, quien la llevó al P. Comisario, para que la incluyese en las que le escribía de oficio Pero el P. Co– missrio llevado de su pasión y atrope– llando los respetos que se debían á cartas de sujeto tan elevado, la abrió, y viendo que era respuesta que su Excelencia daba sobre el empeño que se le había hecho de erigir la Custodia en Provincia, y que el Duque le aseguraba que á su tiempo lo facilitaría; ciego de cólera y todo tur– bado incurrió en el mayor desacierto, que fué enviarla luego con en compaile– ro y otro religioso llamado Fr. Basilio de Pamplona, á Ntro. Rmo. P. Genernl con otra carta suya, en que le informaba, lo que le dictó su enojo. Despachó á los religiosos que caminando con toda dili- Ot!'ºª d 0 s- gencia llecraron á la Provincia de A.rao·ón aciertos s u- 0 , - 1 b ' yos. donde hallaron a Ntro. Rmo. P· CTeneral, quien recibió gran pesar al ver que hu– biese interesado al Duque de Lerma, en

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