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-99 - ~$;-.:.S:,,S:,..S>~S:-ZS.. día que la iglesia Nuestra Madre, cele– bra su Concepción Inmaculada. Para despedirse del mundo y em– plear hasta el último aliento de su vida en soiicitar el bien espiritual de las al– mas, dijo que deseaba predicar el do- Pre di eª <:;l mino-o primero de Adviento por la tarde dommgo pri- "' ' m,ero de Ad· seutado en la puerta de la ernúta ele viento. Nuestra Señora de la Cabeza. porque de otro modo no podía estar. Divulgóse por la ciudad la noticia, y como sabían lo próximo que se hallaba á morir, unos por pura curiosidad de oirlo, otros por tener el consuelo de verlo, y muchos por no privarse de su apostólica predi– cación, fué tan innumerable el concurso de todas clases de gentes, que ocupó todos los inmediatos cerros, por no ca– ber en el campo que había delante de la ermita. A hora competerÍte sacaron entre cuatro religiosos en una silla al siervo de Dios, que más parecía esque– leto difunto que cuerpo de hombre vivo, é infundió su vista natural compasión, que muchos explicaron con sollozos y lágrimas, al verlo tan extenuado con tanto padecer. Empezó el V. P. Fr. Fran– cisco su sermón, y por hüber sido tantas Prodigios de las maravilhis que úD él se advirtieron, ::r;:o~~ltimo nos ha parecido expresarlas todas, pues son como una recapitulación de las ,irtudes y portentos, que adornaron á éste apostólico ,arón. Fué sermón de juicio y lo primero que todos admi– raron fué que, cuando los que se ha– llaban más inmediatos temieron no

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