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- 97 - ~~~ quirido de pública pecadora, supo no sólo borrarlas, sino también adquirir mucho crédito de santa. Predicó también con no menos apro– vechamiento de sus oyentes en Mollina y en otro pueblos inmediatos á la ciu– Preilica en dad de Antequera, empleando en este los pueblos . . . , . d' d · inmediatos. santo eJerc1c10 aquellos ultunos ias e su vida, reconciliando almas. con Dios, pues como consta de las deposiciones que en el proceso de su Beatificación hicieron nrncltos eclesiásticos de Ante– quera y su comarca, fueron sinnúmero las confesiones generales que se hicieron y no pocos los prodigios que Dios obró por medio de su siervo. Un día predicando en la iglesia Ma– yor, movido por di vino impulso, deE-– pués de terminar el sermón, dijo á su auditorio: «Hermanos míos, me despido de vosotros y de todo Antequera; ya uo volveré más á predicar desde este púlpi– to: encomendadme al Señor... Estas fra– ses de cariñosa despedida y las fervien • tes exhortaciones que agregó conmovie– run tanto á los fieles, que sólo se oían en aquel recinto sagrado sollozos profundos y amargos gemidos, porque perdían en se despide en el santo IVIisionero un padre, un bienhe– ;,~1~fftto del chor y un apóstol. Fruto de este sermón fué la extraordinaria reforma de costum– bres que se notó en la ciudad y las mu– chas vocaciones religiosas que nacieron, no siendo pocos los que tomaron el peni– tente hábito Capuchino. Los trabajos y enfe!'medades le rin-

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