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- 96 - fué menos copioso el frutú, que en esta mudad hizo. El que más se evidenció fué, que predfoando en la parroquia de San Pedro el sermón ::le la Samaritana, entró eu la iglesia mcvida de la curio– sidad de oírlo una mujer, que aunque se contaba por su nacimiento entre las E A t . . n n eque- señoras de la nob.eza. era en reahdad ra J,Jredica su d . d 1 ~ · h b última oua- 1gna e mayor nespremo, por a erse resma. entregado tan á riendas sueltas al vicio, que era escándalo de la ciudad; y la que por I.::>s méritos de sus progenitores po- día blasonar de muy señora, se hallaba cons~ituida en vil esclava del demonio por los demériws suy-)s. Oyendo pues, esta mujer predicar al siervo de Dios, ernpe.:ó en su interior á sentir una tan extraña moción, que cuantas palabrns oís ernn otras tantas flechas que i:, su Cúrazón penetraban; tantn que, inflamada su voluntad, y su entendimiento i~ust:rado con los rayos de aquella soberana ~uz, no solo conoció lo enorme de suE yerros. sino que se re– solvió arrepentida á llorarlos, y por me– dio de una buena confesión y penitencia dar de ellos satisfacción tan pública co– mo lo había sido e·: escándalo; y ven- diendo toda su hacienda y alhajas, re- . partió entre los :;:,obres su valor, quedan- ~a:.i:~~ 1~~ n do ~lla pobre en la tierra, para abatir su sob-erbia y adquirir riquezas para el cie- lo. Murió esta criatura á poco r;::iás de un año que vivió eL este desprecio del mundo, y mortificaJión de su carne, y todas las deshor.ras que antes había ad-