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- 93 - ~~.:.s:,~.:.s:, mola de Samaria, no despreció el dónde Dios, y fué á lavar sus culpas á la fuen– te que hay en la casa de Dios, para la ablución de los pecadores. Además de estas sobrenaturales y ex– traordinarias gracias á que S. Pablo se Dónde agili- refiere, nuestro Sefíor concedió al V. Pa– dad. dre Francisco una de las dotes de que gozan los cuerpos gloriosos: la agilidad. En Orihuela, no pudiendo salir del tem– plo después de haber predicado, por la multitud de fieles que había, y teniendo que ir á casa de cierto caballero de lapo– blación, s~ elevó por el aire, y desapa-, reció de la vista de todos. Esto mismo repitió en semejantes ocasiones, según el testimonio fidedigno de los que en ellas le acompañaban. El V. P. Francisco de Sevilla fué uno de esos hombres envhdos del cielo, que con sus per:feccionés sostienen al justo, con la virtud de su palabra atraen al pe– cador, y con sus prodigios y milagros confunden al impío; es una de esas gran– des figuras que se levantan sobre la so- Bendito Dios • d d • f l en sns santos. me a en que viven, para re· ormar a y guiarla por los derroteros de la verdade– ra felicidad; es, finalmente, uno de esos héroes del Catolicismo, ante cuya pre– sencia no se puede menos que exclamar: ¡Laudate D01ninurn in Sanctis efus! ¡Glo– ria á Dios en sus Santos!

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