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- 87 - ~~.:S:-.:S:-~~.:S:-.:S:- donde el V. Capuchino les dirigía fervo– roso sermón, después del cual los oyen- Frutos de su t s se 11' ·1'g1' 'l / 1' C"S'lº' ··1· l ac) ·cl 0 •ne predicaci<Jn. 81 1 C l <t l (L bl D .,,n, e ó, S 1 ( 1( l qU:\ de mascarndas ni diversiones. A.sí nues– tro celoso Apóstol c,rnsagraba al servi– cio de Dios los elfos que el mundo dedi– ca al demodo. Para que el fruto de sus sermones fue– ra duradero creaba nsociaciones benéfi– cm,, como la que. teuía por nombre El Convite ele la Cririclad, en la Yilla de Ollería; fLrndaba piadosas con fraterni– dades, como la célebre de Alicante, com– puesta de sacerdotes que observaban una vida casi monacal, y de seglares dedi– cados al servicio de los pobres; y así mismo, eregía cateqnesis en casi todos los puntos en que predicaba. Estas cari– tativas y devotas fundaciones, corno lu– ciente estela de bendición, recor<labon las doctrinas, virtuiles y prodigios del siervo de Dios, y servían de poderosa defensa contra los múltiples enemigos de la mo– ral y perfecciones cristianas. Para con– cluir este capítulo podernos aplicar al V. P. Francisco de Sevilla. el mismo elo- . gio gue S. Marcos hace dE' ]os Apóstoles. El Convite de p a· ' t d t b l l e_, ~ la Caridad. re ICO en o as par ·es, o rt1!l( o e ,Jenor con ól y confirmando sus doctrinas con repetidos milsgros.

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