BCCCAP00000000000000000000604

con lirios sobre las sepulturas y una vista azul de la barra sanluqueña. Hombre de achaques,· disimu– lados por la cerca de barro del sayal, que todo lo tapa y no deja salir el humo aunque se queme el chow. Pues si: fray Gonzalo es criatura doliente y con regla no infringida. Como los dolientes, tiene dos cosas netas que delatan sus malestares.: unas pali– dísimas manos agudas y unos ojos que saben no parpadear a fuerza de estatismo. Toda esta vera estampa, desconcuerda con su nom– bre épico, imbuido de imperiales marcialismos: un Gonzalo de Córdoba en el coro, casi nos trae eco de cuentas bizarras pedidas al propio abad. Un fray Gonzalo de Córdoba, podría haber ido a Orán con el César; o andar en la Salceda con fray Cisneros; o estar sosteniendo la mitra, muy tieso, en la urna fúnebre de don Fadrique de Portugal-¿queréis mris antinomia?-. Los nombres de España, no son-a ve– ces-la impronta de España. Nuestro fray, por el pergeño, pertenece a un florido «cuatrocento», cuan– do Santillana escribía en fabla galaica por envolverse en dulzuras, y cuando la Muerte venía, muchas ve– ces, a casarse con donceles que, si bien yacían sobre lauros simbólicos de algara granadina, mantenían en las manos un librico primoroso donde las coplas en «dolce e nuovo estil», les consolaban de los paramen– tos bélicos con que estaban obligados a ilustrar mortaja. Claro es que a desmayos somáticos, corresponden, veces innúmeras, arrestos singulares de psiquis, que esto sí que es lo hispánico. ¿Quién iba a creer en 12

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz