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Nuestra Señora, 9-e quien era cfevotísimo, fuera 9-el coro siem¡rre reza~ .de rodillas, sin aflojar en esto por indisposidones que tuviese y por caminos que hiciese. Esto fuéi lo que se experi.níentó y alcanzó a saber el poco tiempo que le comunicaron»-·· Esta misma conducta que aquí nos describe dicho bió– grafo, se la atribuye e11 medio- de su familia, den– tro de la cual no omitió las austeridaa.es d'el con– vento, con que dejó a todos contentos y muy edifi– ai.dos. Adornado con estas mismas virtucles y otras nos lo ,presentan sus biógrafos, pero sobre todo brillan– do por su caridad, así con propios como con extra– ños, en especial para: con los enfermos. Siendo su– perior trataba a sus súbditos enfermos con solicitud y :amor de madre: él mismo les hacía las camas, les -asistía de día ¡y a.e noohe, y estaba presente a las visitas de los médicos para ejecutar puntualmente cuanto éste ordenaba por costoso que fuese. Por esta medida se interesaba con los enfennos extra– ños. Si tail era su oaridaa, con ella corría parejas su humildad, que hasta llego siendo superior a sa– lir él mismo a ,hacer la limosna, no avergonzánd'ose éte pedir de puerta en puerta. En confirmación de estas virtuéles cita e1 P. Mon– z6n varios casos maravillosos obrados por el Padre Juan, ya durante su viaa, ya después de su muer– te, que sucedieron durante la permanencia de éste entre su familia o con alguno ae su familia, Y' que a su parecer fueron suficientemente probados. Lo mismo hacen los otros biógrafos, mostrando con

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