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-74- presentimiento de que se llegaba el término de su carrera, como lo manüestó yendo a visitar a los santos religiosos que en Monteca1vario estaban en– terrados a fin de que ellos intercedieran con el Se– ñor a que le concediese la gracia de que su cuerpo descansase en su compañí:a. No frué vano su pre– sentimiento, porque durante su permanencia en Ita– lia contrajo la enfermedad que le llevó al sepulcro, golpe que recibi6 oon admirable resignación y se– renidad de ánimo. Aún más demuestra esta sere;. nidad de su espíritu ante la muerte en las dos car– tas que, vuelto ya de Italia y enfermo, mandó escri– bir, 1a una a su sobrino el P. Francisco ele Alar– cón, y la otra al P. Bernardino de Maquecia, mn– bos residentes en el convento de Manresa, en las– que, aparte de las exhortaciones a la virtud y al cumplimiento de la profesión, estampa estas pa:– labras por toda fecha: ((Tres días antes de mi muer– te», palabras que según sus biógrafos tuvieron en– tero cumplimiento. E,l momento de su tránsito fué como su vida. Ha– biendo sido lleva<io, según era su deseo, a la misma ce1d:a en qrue expi.rió su hermano el P. Arcángel, pi– de por cari&d, como verdadero pobre, los paños, de honestidad que le sirvieron de mortaja, y com– poniendo, cual otro patriarca Jacob, su hábito y· cuerpo como si estuviera (Ya en el sepuilcro, y ro– aea<l'o de los religiosos que le miraban como padre, así permanece, ya orando, ya cantando, hasta en– tregar su alma en manos de su Creador, a quic1 con tanto ahinco y cariño durante su vida p:rocur& servir y glorificar.

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