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- 71 - dos a su f:av0tr, de mi manera que, habiendo sido reelegido y confirmado en 1597 en el oficio de Mi~ nistro Provincial ele Catialuña, al afio sig¡u1ente, el día .21 de mayo, pudo echar los cimientos del pri-. tp_er conrvento, ,en Zaragoza, a cuya funda<::ión en– vi6 varios religiosos con el P. .L.uis d'e V1alencia .co– mo superior ( 1) . Así terminada tan felizmente, al pareoer, la funda– ción de Aragón, volvieron a revivir en su. memoria los esfuerzos 411:Le había hecho en pro de la fun~ <ladón ,en el Viso, esfuerzos qrue ahora era la oca– si6n propicia rpa:ra orientiar, intentándolo ,en el mis– mo corazón de Castilla, -en la misma corte de Ma– drid. A este ,propósito entabló de nuevo las nego– ciaciones con tan próspero su.ceso, que algunos de los miembo::os diel Consejo Real le escrihleron en nombre die su excelentísimo Presidente, el señor Con– de de Miranda, invitándole a que pasase 1a Madrid y prometiéndole su cooperación. No obstante pre– sentarse tan halagüeño el horizonte y el haber pres– tado aGgún servicio importante a Su Majestad el año 1593, el P. Juan juz,gó más prudente diferir algún tiempo su decisión, entreteniéndose con el convento d'e Calataiyud, q,ue p0tr entonoes tenía en– tre manos. Pero sus esperanz.as saliel"on fallidas: al querer decidirse pasando a Madrid, una orden ines– perada del P. Gellle1'al vino a cortar sus pasos y pen– samientos. El P: General vió en tan rápidas expan– siones alg,unos inconvenientes, que, a fin de eivi– tarlos, le movieron a dar ciertas prescripdones para (1) lb.; Bull. Cap. t. v., pág. 34:z.

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