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-66- Educado Juan de Alar~ón por su piadosa madre <l,oña Ana de Inestrosa, en llegando a e-0,ad ma¡yor abrazó· el estado eclesiástico, sirviendo por algún :tiempo de capellán a S. M. el rey Fel:iipe II. Aspi– rando a mayor rperfección y deseando verse por otra parte libre de los ,peligros de la corte, abandonó dicho cargo pa:ra consagrarse a Dios entre los reli– giosos jerónimos de Tabera, Orden que, como nos '.<lioe su sobrino el P. Francisco de Alarc6n, de nue– vo dejó para rvsestir, a imitación de su hermano €JI P. Arcáng.el, el háhito capuchino. Cuánto tiempo estuvo entre los jet1ónimos, donde al ,parecer puso los fundamentos de tan alta pedección con ,que res– plandeció en el discurso de su vida, es ~osa que no hemos podido averiguar: sólo, sí, nos es dado afirmar que, después de algunos años, hab1endo lle– gado a su not:ircia la decisión de su hermano mayor, el P. Arcángel obtuvo licencia de sus superiores y marchó en su busca. Desempeñaba, como <l.ejamos dicho, el P. Arcáng,e1 el oficio de Guardián y :Maes– tro de novicios, cuando se 1e presentó nuestro Pa– dre Juan. Af verse los dos hermanos, aquellos dos espíritus :sedientos de perfecdón al momento se coín– i penetraron. Así que, alentado por su fervoroso es– píritu, se alistó en la milicia seráfica vistiendo el hábito capuchino en el mismo Siundn, donde el P. Arcángel fué su maestro y guía durante todo su novidacio, no sin ejercitarle en frecuentes mortifi– caciones a fin de que se acostumbrase a 1a austeri– dad propia de nuestra Orden. Andando el tiempo, durante su permanencia en Italia, nuestro P. Juan fué nombrado Gruardián y

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