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.,,_ 59 - gota; en 1a comida, brillaba la extrema pobreza,, tanto, que 111ás que comida era riguroso ayuno, ~– cuyo rigor ninguna ley de la Orrlen Je oolig:a:ba,. sino él y los suyos voluntaria y alegremente añ:a-, _dfan tales austeridades a Las de la Ord'en, Oigamos -con relación a esto al R,. P. Miguel d~ Gerona, su. novicio, y con el tie111(PO su Ministro P'rovinci:al: í<En el tiempo en que fué prelado (et P. Arc{mgel), y en to~lo tiempo, pero especialmen– te c®n~o era Guardián .del dkilio convento de Ge., rona y· Maestro de novicios, se puede d'ecir de él que guardó perfectísimamente la rigrrnrosa y estre-– clia pobreza, porque era: casi extrema; lo cual pa-– rece clarnmente, porque ~n seis meses no s,e comía carne, sino una o dos vtkes, y d,e la Cuaresma de todos los Santos a la B~n<llta casi no se prob6 la carne, y pasaron aquellds días con tanto rigor de pobreza, que se vi6 obligado el santo viejo a ha– oer una plática a los n◊vicios con algunos ejem– plos de :aquellos santos penitentes del yermo, ani– mándoles con esto para que no desmayaran en la: empresa comenzada .con tanto y tan continuo ri– gor, y con tan grande y tan continua a'Spereza de vi– da, que realmente ao era. Porque en 1a Comuni– dad no se comía sino una escudilla. sota de legum– bres, y lo más ordinario era calabazas un dfu,, Y' otro pan coddo; y muchas veces' picaban las be– llotas de encina, y ponían 1a leche que sacaban d~ el1as en la olla por- no poner aceite. No buscaba nin• gún género ele fu-uta. Una. vez, trajeron dos cestos· de uvas, y . el sobr,edicho Padre enví6 el uno a lot pobres del hospital.>!

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