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.pa y se pu.so en penitencia a la boca una mor4aza que llevó hasta la hora de vísperas.. Cierto Viernes Santo, como fuese ya muy anciano, aiparte de la refección que acostumbra tomar la comunidad en ese día, le dieron a beber un poco de vino, lo que, reflexionando luego, le vino a parecer que aquello podría servir de mal ejemplo, y en el momento se arrodilló en el refectorio y dijo su culpa <le aqruello que él juzgaba por falta o defecto. En otra <J'.CTl• siro, estando en la enfermería, hubo de ceder a :las instancias de los religiosos, que le rogaban tomase algo de confitura, mas luego tuvo tanta pena de ello, que sin esperar a la mañana, aquella misma noohe bajó a[ refectorio y dijo la culpa delante de la !Comunidad. Apenas había cosa que a él le pareciese falta, que no le llenase de sentimientos de confusión y humildad, y de que no hiciese pública confesión delante de los religiosos al esfilo de los novicios. En la pobreza, virtud tan querida del Seráfico Pad're S. Firancisco y glorioso distintivo de su Or– den, dió heroicos ejemplos, y por ella trabaji6 para que quedase altamente impresa y grabada en la Pro– vincia. En cuanto a los conventos, ya insinuamos cuán estrecha, tosca y pobre quería que fuese la fábrica, En lo perteneciente a él, un hábito burdo y remen– dado, con un pequeño manto, sin querer admitir ni usar de 1~ túnica, era todo su vestido; su -mma, las duras tablas, sobre las que a veces ponía un há– bito viejo, cuando se ·hallaba afligido del mal de
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